martes, 19 de julio de 2016

Hay que darle Tiempo. Por RCA Chilecito

Hay que darle Tiempo




Apenas asumido Mauricio Macri en el diario Clarín apareció una nota en donde se habría dado una charla entre el Presidente y el Ministro de Economía Prat Gay en donde el primero le preguntaba al segundo hasta cuándo le creería la gente (1[i]) Más allá de la veracidad o no de la charla, la cuestión que se pone en evidencia es qué política terminaría aplicando el gobierno de Cambiemos en una campaña donde el escenario de balotaje, hizo que las promesas estuvieran dentro de una espiral cada vez mayor en donde la oposición fue la que aportó consignas más contundentes como “pobreza cero”, “no vas a perder nada de lo que tenés” y “vivir de otra manera es posible”.
A siete meses de las elecciones, ya podemos tener un panorama más claro y realizar ciertas preguntas ¿Mauricio Macri mintió o al ser oposición no conocía el panorama real, lo que lo llevó a salirse de sus propuestas? ¿Fue campaña del miedo lo que llevó adelante el FPV? El sentido de estas líneas no es referirse en relación a los tiempos del gobierno, en relación a la gobernabilidad, sino tratar desentrañar cómo es que en sectores del electorado que votó la fórmula de Cambiemos ante el panorama actual responde ante los interrogantes que generan las medidas desde que asumió Mauricio Macri con una expresión recurrente “Hay que darle tiempo”. En consonancia con esta respuesta la estrategia comunicacional del actual gobierno es “la recuperación vendrá en el segundo semestre” Fijando de esta manera un plazo a la recuperación esperada.
Para responder a estos interrogantes vamos a tomar aquellos indicadores que fueron recurrentes para medir el gobierno anterior, es decir, crecimiento (PBI), inflación, nivel de reservas, carga fiscal (ganancias principalmente), Y por último dos mediciones complejas como pobreza y desocupación. Luego, veremos cuáles son los valores actuales y sus proyecciones que se aplican a futuro con este gobierno.
Luego de idas y vueltas el INDEC reconoció que en 2015 el PBI había crecido 2,1% (2). En lo que se refiere a inflación fue de 26,9% (3) Las reservas rondaron los u$s 33.240 millones (4). En lo que se refiere a carga fiscal, ganancias, en el 2015 el medio aguinaldo estuvo exento de este impuesto (5) Y el último punto, los niveles de desocupación y pobreza, en donde estuvo la primera entre 6,6% y 11% (haremos una media entre los dos valores) (6) y la segunda se ubicó en 28,7% según la UCA.
El 10 de diciembre asumió el nuevo gobierno y aplicó drásticas medidas como la quita de retenciones, aumento de tarifas, combustibles, etc. De esta manera, con dichas políticas comparemos los mismos datos: En lo que respecta a 2016 el pronósticos del PBI es de una contracción del -1% (7). Los pronósticos de inflación son del 40% (8). Las reservas cayeron a u$s 29.000 millones (9). El aguinaldo de junio de 2016 pagó ganancias (10). Y por último, el desempleo estará en un piso del 10% (11) y la pobreza creció 34% según la UCA también (12).

Año
PBI
Inflación
Reservas
Aguinaldo
Desempleo
Pobreza
2015
2,1%
26,9%
33.240
No paga
8,8%
28,7%
2016
-1%
+40%
29.000
Paga
+10%
34%

Cuadro elaboración propia
Como se puede observar, los datos no son alentadores, con lo cual se sigue recurriendo a la estrategia comunicacional de revestir al pasado como una pesada herencia, cuando en la misma campaña se dijo que había cosas positivas como el “no vas a perder nada de lo que tenés”, para poder justificar una política de ajuste. Cuando los datos negativos se vuelven evidentes, se recurre a la estrategia de decir que las medidas fueron duras, debido al pasado, pero que se acerca un futuro prometedor (o una luz al final del túnel [13]); eliminando cualquier tipo de análisis, volviendo a la política una cuestión de fe, y que  los diagnósticos del mismo gobierno tienen un tono de autoayuda como “el sinceramiento de la economía duele” (14).
La pregunta entonces es ¿siendo los datos negativos y la comunicación política tan emotiva por qué el electorado que los votó expresa la frase “hay que darle tiempo”?, si el actual gobierno no cumplió con lo prometido en campaña al aplicar una política de ajuste que se observa en una sencilla comparación entre 2015 y 2016.
Se debe a la conjunción de dos elementos ideológicos. La clase alta local, ideológicamente, concibe a la Argentina como un país pobre necesariamente. Para comprender esto debemos comprender los orígenes de la clase alta, que como afirmaba José Luis Romero, la elite republicana se transformó en una oligarquía. Es decir, la clase ilustrada que construyó las bases de este país mirando a Europa y que pensó cómo debía ser la inserción internacional de la Argentina en la división internacional del trabajo lo debió hacer imaginando un país que no había entrado en la revolución industrial. Una vez establecido el Modelo Agroexportador, los dueños de la tierra acumularon la renta diferencial volviéndose una oligarquía, que se identifica en el pensamiento ilustrado de la generación del ochenta para poder justificar su apropiación de la renta nacional y defender su condición privilegiada. Esta discusión se hizo palpable en la historia reciente en el 2008, con las retenciones al agro, lo que se denominó La 125, en donde la facción del campo identificaba que sus pérdidas significaban pérdidas para todo el país. 
Es así que la clase alta logra disfrazarse de republicana, de ser la defensora del progreso del país y logra identificar su propio progreso como el de toda la nación. Y para poder legitimar las medidas que la benefician necesariamente deben partir desde un diagnóstico de pobreza. Ya la proclamaba Lonardi luego de la Revolución Libertadora, que establecía que lo vivido en los diez años de peronismo había significado un agotamiento de los recursos del país. O el discurso del Ministro de Economía Martínez de Hoz, que daba por finalizado con el estatismo asfixiante, y abría las puertas a las fuerzas productivas del mercado. Todos estos discursos de ayer y de hoy, establecen una política necesaria para refundar el país, decir, para hacer el ajuste.
Ante esta prédica, y aquí se establece el otro elemento ideológico, la sociedad se identifica con los valores dominantes de la clase alta, aceptando que ésta es la defensora de los valores republicanos y del progreso colectivo, inclinándose a favor de un discurso que pone a la política en un lugar de ser la herramienta para reorganizar el país luego de una época caótica. “Hay que darle tiempo” por lo tanto termina siendo la naturalización del ajuste, y por esa razón se sostiene la creencia en lo necesario de dicha política, a pesar que todos los indicadores históricamente sean negativos.              
Solo ejerciendo nuestros derechos y entiendo a la política como una construcción colectiva y por lo tanto como un espacio de participación, es que lograremos articular una alternativa que identifique los intereses de la mayoría; para no naturalizar el ajuste como la única política posible, que no termina siendo más que, la aplicación de los privilegios de los que más tienen.


Por RCA Chilecito

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